martes, 16 de agosto de 2011

Aún

Pude decir, asi mismo, que el amor apunta al ser, o sea, a lo que en el lenguaje es más esquivo: el ser que, por poco, iba a ser, o el ser que, por ser, justamente sorprende.  Y pude añadir que este ser está quizá muy cerca del significante meser, es quizás el ser que está al mando, y ue hay en esto el más extraño de los señuelos.  ¿No será también para mandarnos a interrogar en qué se distingue el signo del significante?

Entonces, tenemos cuatro puntos: el goce, el Otro, el signo y el amor.
S. aún pág. 53

Seguir el hilo del discurso analítico tiende nada menos que a quebrar, encorvar, marcar con una curvatura propia, una curvatura de la que ni siquiera puede sostenerse que sea la de las líneas de fuerza, lo que produce como tal la falla, la discontinuidad. Nuestro recurso es, en la lengua, lo que la quiebra. Tan es así que nada parece constituir mejor el horizonte del discurso analítico que ese empleo que se hace de la letra en matemáticas. La letra revela en el discurso lo que, no por azar ni sin necesidad, se llama gramática. La gramática es lo que del lenguaje sólo se revela en lo escrito.
pag 58

La otra satisfación, entiéndase, es lo que se satisface a nivel del inconsciente, y en tando ahí algo se dice y no se dice, si es verdad que está estructurado como un lenguaje. pag. 65

No hay que convencer.  Lo propio del psicoanálisis es andar sin vencer.

..para que haya el goce que falta.  Sólo que -y aquí juega el equívoco- el goce que falta debe traducirse el goce que hace falta que no haya. pag. 74 -¿el goce hace falta?







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